miércoles, 25 de noviembre de 2009

Gran Canaria, lo contrario de un charco es una isla.

Nada hay más extraño que una isla para mí, que lo más parecido al mar que tengo cerca son "los charquitos de la plaza cuando termina de llover", así que pasar la semana en Gran Canaria en pleno noviembre y contar historias mientras por la ventana puedo ver un puerto de mar, ha sido toda una experiencia.
La base de operaciones en Vecindario, con unos anfitriones estupendos que han hecho que no tenga que preocuparme más que de mis cuentos. Un lujo.

Canarias Intercultural se crea hace ya unos años, con el fin de proporcionar recursos y coordinar a los mediadores que desarrollan su labor en diferentes centros educativos. De ellos fue la idea de invitarnos a contar cuentos en torno al tema de la interculturalidad en una ruta de 17 centros de educación primaria y secundaria. La primera idea fue seleccionar historias de nuestro repertorio con origen en diferentes partes del mundo, pero a medida que se acercaba la hora del viaje reparé en que las inquietudes que me asaltaban bien podían compararse, a minúscula escala, con las de alguien que debe trasladarse a un lugar que le es harto extraño: ¿qué llevo en la maleta?, debo elegir bien, no puedo llevar todo lo que querría y echaré en falta muchas cosas... ¿será apropiada la ropa que he elegido?, ¿demasiado fresca, demasiado abrigada?, ¿qué habrá para comer?, ¿entenderé sus localismos?, ¿entenderán ellos los míos?, echaré de menos a mi gente igual que ellos añoran a la suya. Así que decidí que empezar compartiendo esas inquietudes nos ayudaría a entrar en las historias. Historias con orígenes bien diferentes: algunas de aromas exóticos, otras de autores dispares, o recogidas en el corral de casa de mis abuelos... y todas ellas sostenidas por un mismo hilo conductor: hasta dónde podemos llegar si miramos con atención al que tenemos al lado, cuanto más extraño nos resulte más apasionante será el viaje que emprendamos juntos.
Y así ha sido mi viaje, guiada por oídos de un montón de lugares (China, Argelia, Holanda, Senegal, Inglaterra, Miami, Mauritania, Rumanía, Marruecos, Barcelona, Pakistán...) he tenido ocasión de navegar en miradas que me han llevado a mares profundos, sabanas infinitas, escarpados montes y cielos cubiertos de estrellas que, al fin, nos arropan a todos.

Y como, afortunadamente, no hace falta ir muy lejos para disfrutar de la variedad, Diana pasó la tarde del viernes 20 compartiendo historias de gitanos en la Biblioteca Pública de Castilla y León. Yo me lo pedí pero, por lo visto, fue un placer ver disfrutar de la palabra a madres y a hijos. La sesión de cuentos estaba dentro de la programación Gitanísimo organizada por el Ateneo Cultural Jesús Pereda.

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