Una bonita ilustración acompaña una historia que tiene su gracia. ¿Alguien se acuerda de la plaga de topillos que asoló nuestros campos hace un par de años? En el jardín de Saltalarana aun se aprecian los surcos que el amor de estos bichos nos dejó. Y es que los topillos solo tienen dos preocupaciones en la vida: quererse y comer. Preocupaciones que, en última instancia, se ven reducidas a una sola: qué hacer primero, comer o quererse, quererse o comer... Todo esto lo descubre Alberta el primer día de primavera. De buena mañana, Mamá Topillo le explicó a su hija qué eran la primavera y el amor, y ella salió de su hura dispuesta a disfrutar de la primera y a encontrar al segundo. Y es que uno puede salir dispuesto a encontrar al amor, pero no se sabe cuando el amor le va a encontrar a uno.
Y puede que sea porque a mí el primer amor (o el segundo, ya no me acuerdo) me sorprendió espiando a mi vecino por la ventana, pero este librito me ha enamorado. Muy bonito, y muy redondo, un enorme álbum a pesar de su tamaño.
Así que, ale. Si el amor no te ha encontrado todavía, asómate a la ventana y vuelve a mirar a tu vecina; y si ya hace tiempo que te encontró, lánzate a llenar el jardín de surcos que la primavera está a la vuelta de la esquina.
Así que, ale. Si el amor no te ha encontrado todavía, asómate a la ventana y vuelve a mirar a tu vecina; y si ya hace tiempo que te encontró, lánzate a llenar el jardín de surcos que la primavera está a la vuelta de la esquina.
Y tanto amor viene a que el sábado 14 de febrero, un día como otro cualquiera para quererse, estaremos en Rayuela (c/ López Gómez, Valladolid) contando historias de amor: topillos en celo, magos no correspondidos, vecinas remolonas, angelitos en paños menores... Será a las 12, una buena hora para traer a tus amores a disfrutar entre libros.
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